La masificación del uso de dispositivos como celulares, tablets, computadoras y televisión y su fácil acceso, ha podido permitir que los utilicen hasta los más pequeños de la familia, sobre todo si a cambio se obtiene un poco de paz.
Las actuales condiciones de crianza de los niños genera cierta preocupación por lo que pudimos encontrar en documentos de investigaciones recientes realizadas por expertos de diferentes indoles. Leímos que en algunos casos existe un cambio en la relación con los estudiantes como una mayor sobreprotección, tardía retirada de biberón, falta de iniciativa, poca autonomía personal, alto nerviosismo e impulsividad, gran dominio de las nuevas tecnologías pero dificultades con el lenguaje, etc. A la vez notamos por diferentes informes de cómo se incrementan las cifras en cuanto a la aparición y diagnóstico de distintos déficits como el de atención, hiperactividad, del lenguaje, etc. Todo esto nos lleva a pensar que pueden existir factores que están afectando el desarrollo infantil y que no están resultando beneficiosos y uno podría ser esta sobre exposición a las pantallas desde tan temprana edad.
Nuestros cerebros están diseñados para desarrollarse en los primeros años mediante la exploración del entorno físico y la interacción social. De aquí se desprende la importancia del correcto desarrollo motriz, sensorial y perceptivo, y la importancia de jugar (el disfraz donde se oculta el aprendizaje y la memoria). Si queremos que nuestros pequeños tengan ideas, pensamientos a partir de los 6 o 7 años, es necesario que tengan aprendizajes adquiridos previamente por la percepción y las emociones positivas.
Michel Desmurget, director de investigación del Instituto Nacional de Salud de Francia, escribió el libro «La fábrica de cretinos digitales», donde alerta sobre el impacto que tiene el abuso de tiempo frente a las pantallas en el coeficiente intelectual. En este libro, el neurocientífico cuenta con datos reales y en forma contundente cómo los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, al desarrollo neuronal de niños y jóvenes.
¿Y por qué el uso los dispositivos digitales provoca todo eso?
Los motivos están claramente identificados:
- Disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son muy importantes para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional.
- Reducción del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, arte, música, lectura, actividades físicas, etc.)
- Interrupción del sueño, que se acorta y se degrada.
- Sobreestimulación de la atención, lo que termina provocando trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad.
- Subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial
- Sedentarismo que además del desarrollo corporal, también afecta la maduración cerebral.
Las actividades relacionadas con la escuela, el trabajo intelectual, la lectura, la música, el arte, los deportes, etc. tienen un poder estructurador y nutritivo del cerebro mucho mayor que las pantallas recreativas. Pero es más intenso a temprana edad y el problema con estos dispositivos es que alteran el desarrollo del cerebro de nuestros hijos y lo empobrecen cuando más lo necesitan.
¿Cuánto tiempo deberían dedicarle nuestros hijos a las pantallas recreativas?
La respuesta es simple: a cualquier edad, lo mínimo es lo mejor. Para ser más precisos, se pueden proporcionar reglas más específicas según la edad del niño, por ejemplo: antes de los 6 años lo ideal es tener poco o nulo acceso a pantallas (lo que no significa que de cuando en cuando no puedas ver unos dibujos animados con tus hijos). Cuanto antes estén expuestos, mayores serán los impactos negativos y mayor el riesgo de un consumo excesivo cuando crezcan. A partir de los 6 años, si se adaptan los contenidos y se conserva el sueño, se puede llegar hasta media hora al día, incluso una hora, sin una influencia negativa apreciable.
Otras reglas relevantes: nada de pantallas por la mañana antes de la escuela, nada por la noche antes de ir a la cama o cuando estén con otras personas. Y, ¡sobre todo!, nada de pantallas en el dormitorio.
Teniendo en cuenta lo investigado, sugerimos las siguientes recomendaciones:
- No utilizar pantallas antes de los 2 años.
- Jugar y relacionarse con sus pares, desarrollando los distintos patrones de juego que corresponden a cada edad.
- Fomentar el contacto con la naturaleza: salir de entornos cerrados siempre que sea posible, para construir experiencias ricas y saludables que formarán parte de su bagaje personal.
- Realizar actividades lúdicas y diversas como jugar con juguetes de verdad, pintar, salir al parque, ver y escuchar cuentos.
- Buscar alternativas diferentes al uso de las pantallas para dar respuesta a los momentos o situaciones en las que los adultos necesitamos calma.
- Aprovechar las comidas como momento comunicativo y de educación.
- Reducir nuestro uso de las pantallas para ofrecer un modelo correcto dando el ejemplo y siempre que sea posible, evitarlas en su presencia.
- Favorecer momentos de interacción con nuestros hijos y familia.
- Que los niños NO tengan dispositivos propios como tabletas, teléfonos y computadoras, y tampoco utilizar los de familiares y otros adultos.
- NO poner la televisión o la computadora en el cuarto del niño.
- No gastar el tiempo de ocio de padres e hijos fomentando el uso de consolas de juego o cualquier otro dispositivo.
- Nunca utilizar pantallas para tranquilizar a los pequeños, ni para que coman mejor, ni menos usar las pantallas como premio o motivación.